
Se
nos viene a la memoria cómo se inicia. La construcción de la “era” es el primer
paso en este trabajo. La “era” es una pequeña porción de terreno preparada
especialmente en forma circular y empedrado a un costado de la chacra (en zona
ventilada), que luego es regada y pisada por ovejas hasta que se ponga dura –cuando
se seca no hay tierra y parece encementado-.
Ya
cuando el trigo o la cebada están a punto, empieza “la siega”, que es el corte
con una hoz de la parte intermedia de la espiga, la cual es acumulada en
manojos encima del “rastrojo”. Unos días de seca y se procede su traslado hasta
la “era” –“buenu ccascushcca” dicen los campesinos en quechua-, lugar en la
cual será acumulada; este trabajo es muy dura y pesada y lo hace el propietario
o el peón a puro lomo –previo “ccatipada” con coca y cal-.

Una vez acababa la trilla, con el esfuerzo de toda la
familia y los peones; además, con la ayuda del viento, se separa la paja del
grano. En esta parte, la faena se hace más peculiar, ya que con una “horqueta”
se lanza hacia arriba la paja mezclada con el grano -el viento
lleva la paja unos metros al costado, pero deja la semilla.
El que escribe recuerda de niño, que cuando mi padre realizaba esta faena, había momentos en que no corría viento, entonces él o el peón lanzaban una serie silbidos, que según decían era para atraer el viento, e increíblemente luego aparecían fuertes corrientes de viento que facilitaban la faena. Esta creencia del silbido es muy arraigada en Huayán y se repite en cada cosecha. Esta faena también puede durar un par de días, es decir, el primer día se puede quedar solo en la trilla, por lo que se tiene que pernoctar o dormir en la “era” cuidando los granos de los ladrones.
El que escribe recuerda de niño, que cuando mi padre realizaba esta faena, había momentos en que no corría viento, entonces él o el peón lanzaban una serie silbidos, que según decían era para atraer el viento, e increíblemente luego aparecían fuertes corrientes de viento que facilitaban la faena. Esta creencia del silbido es muy arraigada en Huayán y se repite en cada cosecha. Esta faena también puede durar un par de días, es decir, el primer día se puede quedar solo en la trilla, por lo que se tiene que pernoctar o dormir en la “era” cuidando los granos de los ladrones.

Por otro lado, la paja se guarda en los pajares, para ser
utilizada como alimento del ganado en tiempo en que no hay pasto.
Del mismo modo, en tiempo de cosecha, los “rastrojos” y
las “eras” son invadidas por bandadas de palomas “torcazas” o “cuculíes” y pájaros,
que sacian su hambre con los granos de la cosecha, por lo que la gente se ve
obligada a cuidar y espantarlos constantemente. Los niños acostumbran tender
sus trampas -hechas con cuerda de pabilo grueso y cerda de caballo-, costumbre
muy efectiva que permite a algunas familias degustar de la paloma frita que es
muy sabrosa y nutritiva.

Nota: En esta faena las familias acostumbran
llevar calabazas a la “era”, la cual luego es cocinada entera (con cascara y
todo) con la paja del grano –lo entierran al fondo-; le dicen “calabaza cuwe”,
la cual es degustada al otro día como un manjar luego del almuerzo.