Definitivamente no son las mismas que las de ahora. Al
encontrarme con mis coterráneos ex alumnos de la Escuela Primaria de Varones
Nº 1706 de esa época, lo llamamos los años maravillosos.
Tuve la suerte que me tocaran buenos profesores como
es el recordado profesor a quien agradezco infinitamente señor JUAN ARIAS
CAMONES que venia a dictar sus clases desde Aija. El viajaba cabalgado en su
caballo negro por ese camino empinado y angosto “mellizo nani”. Tenia como
compañeros de carpeta que seguramente ahora ya peinan canas, además ya
comenzaremos a enfilar por el escabroso camino de la vejes, como son mis patas
Cashtu, Amllu, Ñucho, LLica, etc, etc. Íbamos en la escuela mañana y tarde con
nuestros cuadernos y un lápiz amarrado a un borrador para que no se pierda. La
mayoría, en especial los que venían de lejos como Ranchin o Cakap, llevaban
para la hora de recreo en vez de lonchera una talega con habas tostada, charqui
con cancha, semitas, jara tanta, etc. Solo en las fiestas patrias del 28 de
julio, para el desfile, se usaban el uniforme comando de color caqui con cristina,
algunos se ponían sus zapatos de jebe negro las llamadas “siete vidas”. En el
día de la madre, el alumno acudía con una flor roja en la solapa de la camisa
cuando su madre estaba viva, y una flor blanca que significaba huérfano de
madre. Recuerdo que las madres derramaban lagrimas al escuchar cuando se
entonaba a todo pulmón la triste canción:
quedó mi casa/
cuando mi madre se ausento…
hay de mi madre/
hay de mi madre/ …”
En los estudios el profesor nos aplicaba el lema “la
letra con sangre entra”, como también de vez en cuando te agarraba a cocachones
por no saber multiplicar o dividir. El ingreso a la escuela era hora exacta,
antes de ingresar a las aulas se formaba en el patio. En la puerta de ingreso
se ponían dos filas de alumnos una a cada lado y correa en mano esperaban al
tardon que tenia que pasar corriendo por el medio del llamado “callejón oscuro”
y recibía el correazo donde le caiga, ahora lo recuerdo y me sorprendo que
nunca nos quejábamos a nuestros padres. Los padres de hoy no toleran que los
profesores ni le levantes la voz o lo mires mal, si esto sucede hacen que lo
boten al profesor.

En el recreo los alumnos mayores te hacían pelear con otro de tu misma edad, buscaban al contendor, trazaban una raya el que pisaba primero era el que supuestamente pegaba. Luego te decían “allau she”. Recuerdo a “Nancho”, un alumno a quien todos le tenían miedo. A los alumnos más timoratos e introvertidos les hacia sufrir el ahora llamado bullyng (eso ha existido toda la vida en los colegios). Un día, cuando jugábamos “chirmu chirmu”, le quitó su bola de acero a mi amigo “Llollin”, me armé de valor y en dos por tres le pare el macho, nunca más toco a nadie. “Nancho” era pura boquilla y tamaño.

El profesor Juan Arias Camones (la gente de mi promoción deben recordarse y los que tuvieron la suerte de haber sido sus alumnos), quería que sus alumnos aprendan. Este docente Aijino era muy recto (tal vez demasiado). Tenía varias formas de castigar al que no sabía multiplicar, dividir o restar. Las practicas y los exámenes de matemáticas eran con tiza en mano en la pizarra, esas de madera pintado de negro. Los cursos de letras eran orales. A los que no sabían les tiraba de los pelos contra la pizarra y muchos derramaban sangre por la nariz. Otro castigo era que les hacia arrodillar sobre chapas. También el castigo era una botella llena de agua o dos piedras de tamaño regular en cada mano con los brazos bien estirados, hasta la hora de salida sin recreo. Muchos se orinaban en sus pantalones. Otra herramienta de dolor era una tabla de madera, un fuerte golpe en la palma de la mano. Asimismo, el alumno más grande te cargaba en su espalda, luego te flagelaban con chicotazos en la espalda y glúteos que quemaban pieles en pantalones de tela delgada.

Gracias a la exigencia de este gran profesor ARIAS, a quién aún lo tengo muy claro en mi memoria y la retina de mis ojos, hombre dedicado a su trabajo, pese a los bajos sueldos, ahora soy lo que soy. Sin temor a equivocarme el noventa por ciento de mi promoción y otros que yo conozco ahora son profesionales o exitosos empresarios. No estoy idealizando ni maleteando a nadie, estoy contando la verdad y nada más que la verdad.
De los que viví al recordar esta etapa de mi niñez,
recuerdo también a los profesores como son Lazaro, San Martin, Onofre Anaya,
Teofilo Del Castillo, Diodoro Anaya y Oscar Gomero, este último un hombre muy
activo, al mismo tiempo de docente se desempeñaba como Director, Gobernador,
Alcalde, etc. Recuerdo al alumno “LONA”,
el engreído del profesor Teofilo Del Castillo. Siempre acudía a las aulas de
transición como alumno libre. Era una persona especial, hijo de la señora Berna
y vivían en el lugar llamado “Huancán Puquio”. Pese a sus limitaciones en el
hablar, acudía cuaderno en mano, puntual y bien aseado al colegio. Hacia sus
quehaceres al igual que otros. Caminaban siempre cantando gin..gan…gin..gan… Quien
no recuerda a “Lona”?.

Dedico este relato a la gente de mi promoción, paisanos y amigos. A todos los que tuvieron la dicha de haber estudiado en la Escuela Primaria de Varones Nº 1706, hoy VIC, cuyos nombre y apodos los tengo gravados en mi mente como son: “Mutish” y su hermano Elmer; Eric Osorio y su hermano “Cholón”; el ranchino “Jeshu Mejia” y su hermano “Gringo”; Aquiles Anaya “aquicho”; Armando Amancio “Senquer Llunco”; Fernando San Martin “Huiala”;, Lizandro Mejia “cholo”; Castulo Cano “Cashtu”; Ambrocio Castillo “amllu”; Martin Cristobal “ashnu chuchoc”; Fermin Cerna, Edwin Braul y sus hermanos “Papacho” y “ Ñito”; Mauro Quiroz “ocho metlos”; Martin Berrocal “sacla”, “characo” y su hermano Neyo; Max Aguilar “macshi”; Javier Vergara “bolluco”; Ricardo Castillo “Llica”; Mario Braul; Jorge Castillo “manco llillin”; Edu Luna “coshyac” y su hermano “Mishon”; Lino Cerna, Olger Anaya, Amaru Del Castillo y su hermano Pacho; DiosDado Castillo “dado” , Franclin Amancio “saco”; Américo Orellana, Mateo Anaya, Pablo Luna “pauish”; Oswaldo Huerta “charro o mírcapa”; “Llollin” Aguilar, Edu Yaguas, Celso Garzon “abogado”; Aniceto Minaya, Mauro Minaya, Felipe Berrocal, Ricardo Gargate “bonshicu”; Alejo Solano “Ñaccha”; Américo Quiroz, Emilio Luna, Braulio Mejia “carahuanco”; Cesar Berrio y su hermano “Allqui”; Felipe Rodríguez “mótor”; Majio Luna, Gerardo Manrique, Antonio Manrique, Javier Hinostroza, Pepe Anaya, Tito Palacios, que venía desde Hueca, Nasario, “Pimpo”, y otros que solo los recuerdo por sus apodos como: Ñucho, Añacho, Tocash, Huashi, Piquis, Machcalla mach, Nancho, Pesca, etc, etc,
Debo haber olvidado el nombre de algunos otros, pero seguramente si leen lo rememorado en este artículo, también compartirán esa hermosa etapa vivida en nuestro terruño que es Huayán.
EL PIQUI CHAQUI – Huayano
hasta las lagrimas.